Dramatis personae:
Antígona, la ética punk.
Ismene, el placer oculto.
Amapola, la niña vampira.
Masha, el silencio punk.
Olga, la muerta.
Irina, la cumpleañera.
Tusembach, el general enamorado.
Pamela, la reina de belleza.
Bautista Salguero Salgado, el mugrientito.
Antígona: 
Silencio. 
Estamos en un público funeral de mi hermano, Polinices. 
Con estas manos desobedecí al mundo y cavé una fosa de sepultura justiciera. Mi tío, Creonte, “La ley”, desenterró a mi hermano. Lo expuso en la plaza como un perro muerto en la orilla del dique. Y yo que soy la justicia divina, divinamente, me voy a cagar en todas sus leyes. En todos sus pretextos para justificar lo injustificable. 
Esto que ven es lo que queda de mí. 
Lo que vaga por las sombras de una ciudad llamada Tebas, o San Juan. 
¡Bu! Soy una fantasma que transita el tiempo detenida y gargolita justiciera.
Ahora caigo, me caigo fuerte y profunda. Estoy en una tumba cavada por mí para ellos. Encerrada me llenan de tierra en la cara las lacras imbéciles y temerosas de la ley llamadas guardias. Me asfixio rápida y solemnemente hasta viajar a otra vida donde la ética tenga sentido.
Caigo. 
Me.
Caigo.
Sobre mi misma
Me reviento.
Me desplomo en el piso. 
Mi respiración me olvida. 
Me abandona el aire.
Aire soy yo ahora.

Fragmento
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